El presidente Xi Jinping encabezó este miércoles en Pekín la conmemoración del 80º aniversario de la victoria de China en la Segunda Guerra Mundial contra Japón, en un acto que combinó símbolos históricos, un despliegue militar de gran magnitud y la presencia de destacados líderes internacionales. El evento incluyó un desfile en la Plaza de Tiananmén, bajo estrictas medidas de seguridad, y se presentó como un mensaje de fuerza y unidad en un contexto de crecientes tensiones geopolíticas.
“Camaradas y amigos, nos reunimos para conmemorar el 80º aniversario de la victoria de China”, dijo Xi Jinping al inicio de su discurso. El mandatario llamó a la población a “recordar la historia” y a rendir homenaje a los veteranos que participaron en la resistencia frente a la invasión japonesa. También expresó su “agradecimiento sincero” a quienes contribuyeron a la lucha, en un acto que buscó reforzar la memoria histórica y la cohesión nacional.

La jornada comenzó con una salva de 80 disparos de artillería en la Plaza de Tiananmén, en alusión a los 80 años de la victoria. Miles de guardias de honor marcharon mientras la bandera nacional era izada al compás del himno. En la avenida Chang’an, alrededor de 50.000 invitados agitaron banderas chinas, mientras un coro vestido de azul interpretaba himnos patrióticos como “Defender el río Amarillo”, emblema de la resistencia durante la guerra.
La ceremonia contó con la presencia de líderes internacionales. Por primera vez, Xi Jinping apareció públicamente junto al presidente ruso Vladímir Putin y al líder norcoreano Kim Jong-un. Los tres caminaron por la alfombra roja hasta la tribuna de la Puerta de la Paz Celestial, acompañados por más de 20 jefes de Estado y de gobierno. Entre los invitados se encontraban mandatarios de Vietnam, Malasia, Pakistán, Bielorrusia, Irán, Serbia, Cuba y Zimbabue, entre ellos el presidente cubano Miguel Díaz-Canel.

El desfile militar, el primero en seis años, exhibió algunos de los sistemas de armas más avanzados de China. Se presentaron misiles de corto y medio alcance, sistemas de lanzamiento múltiple de cohetes, drones de combate furtivos y vehículos hipersónicos. Destacó el misil de crucero antibuque YJ-21, el JL-3 lanzado desde submarinos, y el DF-5C, una nueva variante del misil balístico intercontinental Dongfeng-5, capaz de portar hasta 12 ojivas nucleares en un solo lanzamiento. Analistas señalaron que esta arma representa un elemento estratégico de disuasión.
Las autoridades chinas aplicaron un estricto control en la capital. Calles bloqueadas, patrullajes de miles de policías y soldados, prohibición del uso de drones y controles de seguridad similares a los de un aeropuerto formaron parte del operativo. La magnitud de las medidas reflejó la voluntad del Partido Comunista de mantener el control total sobre la ciudad, en un contexto de malestar social entre la juventud y tras el recuerdo de protestas aisladas en 2022.

El desfile también fue interpretado como un mensaje hacia Taiwán. El presidente taiwanés William Lai calificó a China como una “fuerza extranjera hostil” en un discurso en Taipéi. Meia Nouwens, especialista del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, advirtió que aunque los desfiles muestran capacidades tecnológicas, no revelan aspectos clave como la doctrina, la estrategia ni la coordinación militar de China, factores determinantes para un eventual escenario en torno a la isla.
La conmemoración no pasó desapercibida en Estados Unidos. El expresidente Donald Trump reaccionó en su red Truth Social, cuestionando si Xi mencionaría el “apoyo y sacrificio” de los estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial. “Muchos murieron en la búsqueda de China por la victoria y la gloria. Espero que sean justamente recordados por su valentía y sacrificio”, escribió. Además, acusó a Vladímir Putin y Kim Jong-un de “conspirar contra Estados Unidos”.

El evento reafirmó tanto la memoria histórica de la resistencia contra Japón como la proyección de poder de China bajo el liderazgo de Xi Jinping. Con el respaldo de aliados internacionales y un despliegue militar de última generación, Pekín buscó enviar un mensaje de fortaleza nacional y de alineamientos geopolíticos en un escenario mundial marcado por tensiones crecientes.
