Por: Fernanda Aguilar
Zara llegó a los 50. Y no, no hablamos de una marca que se quedó en el pasado contando anécdotas: hablamos de un imperio que sigue marcando pauta, que entiende el deseo antes de que llegue y que viste al mundo sin hacer mucho ruido… pero con toda la estrategia.
Todo empezó en 1975, en A Coruña, con una tienda sencilla, un sueño gigante y Amancio Ortega detrás del telón. Hoy, medio siglo después, Zara no solo viste a millones de personas al día, también dicta el paso de la moda desde el fast fashion hasta lo aspiracional. Lo hace rápido, lo hace bien, y lo hace con estilo.

Para celebrar su medio siglo, la marca tiró la casa por la ventana con una campaña llamada “50 years, 50 icons “ que parece sacada de un fashion film noventero, dirigida por Steven Meisel y con íconos como Naomi Campbell, Linda Evangelista y Irina Shayk. No fue solo nostalgia, fue poder. Fue decir: “sí, llevamos 50 años… y todavía tenemos con qué.”
Y por si fuera poco, lanzaron una colección cápsula de piezas básicas que no son tan básicas. Blazers impecables, camisas que elevan cualquier look, vestidos que entienden el cuerpo. Todo bajo una estética limpia, elegante y sin esfuerzo. Eso que hace que entres a Zara “solo a ver” y salgas con el clóset de tus sueños.




Uno de los guiños más bonitos fue la reapertura de su primera tienda en A Coruña, completamente renovada pero con alma. Detalles de madera, vitrinas retro, esencia marinera y ese aire de “todo comenzó aquí”. Un regreso a casa con mucha clase.
Ahora, bajo la dirección de Marta Ortega, Zara respira distinto. Hay más intención, más concepto, más visión de futuro. Ya no se trata solo de sacar ropa rápido. Se trata de hacerlo con propósito, con estética, y con esa lectura casi mágica de lo que la gente quiere antes de que lo diga.

Zara cumple 50. Y lejos de apagarse, está más afinada que nunca. Porque cuando sabes leer la moda como ella, los años solo te hacen más icónica.