Tras asumir la presidencia de los Estados Unidos el pasado 20 de enero del presente año, Donald Trump inició una serie de nuevas políticas migratorias, que consisten en regularizar y deportar a la comunidad migrante en aquel país.

En apenas seis días de mandato, el republicano ya ha deportado a miles de personas de diferentes países y en el caso de los países más lejanos, ha optado por enviar aviones cargados de migrantes, que literalmente han sido capturados durante las redadas realizadas en escuelas y hospitales principalmente.
En el caso de Colombia, el gobierno de los Estados Unidos envío a Bogotá dos aviones cargados con migrantes, mismos que el gobierno de Colombia rechazó por el trato inhumano.
“Los EEUU no pueden tratar como delincuentes a los migrantes colombianos. Desautorizo la entrada de aviones norteamericanos con migrantes colombianos a nuestro territorio. EEUU debe establecer un protocolo de tratamiento digno a los migrantes antes que los recibamos nosotros”.

Casi de forma inmediata, Trump respondió anunciando la imposición de aranceles del 25% a exportaciones colombianas, en la primera semana, y en la segunda del 50%; además, anulará las visas a los funcionarios del gobierno de ese país; y podría realizar inspecciones a mercancías y a los ciudadanos colombianos en Estados Unidos.
De la misma forma, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, también respondió con un incremento del 25% a productos de Estados Unidos.

Estas tensiones entre Estados Unidos y Colombia, ponen en entredicho el Tratado de Libre Comercio que lleva funcionando más de una década; además ya empieza a permear en otros países de Latinoamérica, quienes han mostrado su preocupación por las contundentes medidas comerciales de Estados Unidos.
Aunque la noticia continúa en desarrollo, se espera que se pueda encontrar una solución que evite mayores repercusiones económicas, diplomáticas, sociales y culturales.
Foto de portada: AP Photo/Houston Chronicle, Julio Cortez