El papa León XIV canonizó hoy a dos italianos: Carlo Acutis (1991-2006), quien se convertió en el primer santo millennial por difundir su fe católica a través de internet, y Pier Giorgio Frassati (1901-1925), conocido por su compromiso social y espiritual y su pasión por el alpinismo. La ceremonia, la primera que realiza el pontífice desde su elección en mayo, tiene lugar durante el Jubileo, el “Año Santo” de la Iglesia católica, que ya ha atraído a más de 24 millones de peregrinos a Roma según estimaciones vaticanas.
Carlo Acutis, fallecido por leucemia a los 15 años, debía ser canonizado originalmente el 27 de abril, pero la ceremonia fue pospuesta debido al fallecimiento del papa Francisco. Nacido en Londres en 1991 en el seno de una familia italiana acomodada y poco practicante, Acutis creció en Milán y mostró desde temprana edad un fervor religioso extraordinario. Su talento en informática lo llevó a crear una exposición digital sobre los milagros eucarísticos, lo que le valió los apodos de “influencer de Dios” y “ciberapóstol” entre los fieles.

El Vaticano atribuye a Acutis dos milagros que califican para su canonización: la curación de un niño brasileño con una rara malformación del páncreas y la de una estudiante costarricense gravemente herida en un accidente. En ambos casos, las familias habían invocado la intercesión del adolescente beatificado en 2020. Estos milagros cumplen con los requisitos establecidos por el Dicasterio para las Causas de los Santos, que exige al menos dos milagros comprobados para la canonización de no mártires.
Pier Giorgio Frassati, por su parte, murió hace exactamente 100 años a los 24 años de edad víctima de la poliomielitis. Nacido en Turín en el seno de una familia burguesa -su padre fue senador y fundador del diario La Stampa- Frassati rompió con la trayectoria familiar privilegiada para dedicarse al servicio de los pobres y enfermos de su ciudad. Estudiante de ingeniería, deportista, apasionado del alpinismo y miembro de la Acción Católica, resumía su ideal espiritual en el lema “Verso l’alto” (Siempre hacia lo más alto).
Beatificado por Juan Pablo II en 1990, Frassati recibió la aprobación para su canonización después de que el Vaticano reconociera a finales de 2024 un segundo milagro: la inexplicable curación de un joven estadounidense que se encontraba en estado de coma. La Iglesia católica lo erige como modelo de caridad y compromiso social, valores que mantuvo throughout su corta pero intensa vida.

La canonización sigue un proceso largo y meticuloso que sólo puede ser aprobado por el papa después de una exhaustiva investigación del Dicasterio para las Causas de los Santos. Especialistas médicos y teólogos evalúan minuciosamente las evidencias de milagros, que generalmente corresponden a curaciones sin explicación científica plausible. Las condiciones requeridas incluyen que el beato haya fallecido hace al menos cinco años, que haya llevado una vida cristiana ejemplar y que haya realizado al menos dos milagros (uno después de la beatificación), excepto en casos de mártires donde sólo se requiere un milagro.
La ceremonia de este domingo marca un hito significativo en la historia contemporánea de la Iglesia católica, al elevar a los altares a su primer santo perteneciente a la generación millennial. Carlo Acutis representa un modelo de santidad moderno que utilizó las herramientas digitales para evangelizar, mientras que Pier Giorgio Frassati encarna los valores tradicionales de caridad y servicio al prójimo. Ambos, aunque separados por casi un siglo en sus fechas de nacimiento, comparten el haber vivido vidas breves pero intensamente dedicadas a su fe.

El evento ocurre en el contexto del Jubileo 2025, que ha convertido a Roma en el centro de peregrinación católica global con más de 24 millones de visitantes reportados hasta la fecha según cifras oficiales del Vaticano. La canonización de estas dos figuras jóvenes y carismáticas se espera que atraiga a miles de peregrinos adicionales, particularmente jóvenes que se identifican con la historia de Acutis como un contemporáneo que supo integrar la fe con la cultura digital del siglo XXI.





