Después del homicidio del estudiante Jesús Israel Hernández en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Sur, se han detectado páginas y grupos en redes sociales que glorifican las acciones del agresor. Una de estas comunidades opera en Facebook bajo el nombre “Fans de Lex Ashton”, donde se promueve abiertamente la violencia, se justifican los hechos ocurridos y se difunden mensajes relacionados con la ideología incel. El grupo digital compara al agresor del CCH Sur con Elliot Rodger, estudiante británico responsable de una matanza en California en 2014. En su mensaje principal, la página afirma:
“Estas acciones buscan generar conciencia sobre nosotros los incels (célibes involuntarios) (…) El asesinato del alumno es totalmente justificable, ya que es una manera de que la sociedad nos deje de reprimir tanto”.
El texto también muestra un enfoque ideológico conservador, al condenar el aborto, la libertad sexual y social de las mujeres, mientras enaltece la violencia como forma de protesta. Además de estas publicaciones, los administradores de la página incitan a organizar actos violentos. En una publicación difundieron un número telefónico de WhatsApp para crear grupos de seguidores del agresor y planear acciones similares:
“Buenas noches, brocels (hermano incel), les comparto el número de WhatsApp de la administración (…) para organizar más actos como el que hizo nuestro líder Lex”.

En estas comunidades digitales, además de glorificar la violencia, se reproducen dinámicas de burla interna. Los usuarios que no cumplen con los estándares del grupo son señalados con términos como mentalcels o fakecels, reforzando un entorno de exclusión y humillación. Esta práctica funciona como una forma de bullying digital que normaliza la violencia como respuesta hacia la sociedad y hacia los propios integrantes.
De esta manera, las páginas incel en redes sociales se convierten en ecosistemas digitales de odio, donde se legitiman discursos misóginos, se refuerzan ideologías violentas y se normaliza la violencia contra mujeres o contra personas que perciben como exitosas en el ámbito social y afectivo.
Una investigación publicada en 2024 en la revista académica Frontiers in Psychology advierte que los miembros de comunidades incels tienden a agruparse en torno a creencias misóginas y agresivas, lo que facilita la radicalización y la adopción de ideologías extremistas.

Los casos vinculados a comunidades incel en el mundo muestran un patrón de violencia motivada por el resentimiento hacia las mujeres. Entre los antecedentes más conocidos se encuentra el de Elliot Rodger, quien en 2014 asesinó a seis personas e hirió a 14 en California antes de quitarse la vida, dejando un manifiesto misógino que inspiró a otras comunidades.
Otro caso significativo fue el de Alek Minassian, en Toronto, Canadá, en 2018. El joven de 25 años atropelló con una furgoneta a decenas de personas, causando 10 muertes y 16 heridos. Minassian publicó en Facebook un mensaje donde proclamaba: “La rebelión incel ha comenzado”.
Estos antecedentes internacionales evidencian cómo la ideología incel puede derivar en agresiones extremas y cómo internet se convierte en un terreno fértil para la expansión de estas narrativas violentas. El caso del CCH Sur y la aparición de páginas que glorifican a su agresor refuerzan la preocupación por la capacidad de estas comunidades de influir y motivar actos de violencia.

El fenómeno incel, potenciado por el anonimato y la viralidad de las redes sociales, se presenta como un desafío urgente para las autoridades, la sociedad y las instituciones educativas, que ahora enfrentan el reto de detectar, contener y prevenir la propagación de discursos de odio que ponen en riesgo la seguridad pública.