Opinón | “Vulnerabilidad en primera fila”

Estoy acostumbrada a hablar en público. En foros, medios de comunicación, frente a directores de mercadotecnia, CEOs, incluso funcionarios de gobierno. Es parte de mi día a día y, durante años, lo he hecho con seguridad. Me sé capaz de transmitir ideas claras y de conectar con distintos públicos.

Sin embargo, algo curioso me pasa desde hace un tiempo: me pongo nerviosa cuando hablo frente a personas cercanas. No con los desconocidos, no en auditorios masivos. Es en reuniones más íntimas, con gente que ya me conoce, donde la voz comienza a temblar.

Hace unos días tuve una presentación frente a los dueños de las distribuidoras. Un tema que domino, que preparo y que me apasiona. Pero ahí estaba yo, tratando de dar el mejor mensaje mientras pensaba más en el temblor de mi voz que en el contenido. Sé que algunos lo notaron. Y aunque el mensaje llegó, me quedé con la sensación de no haberlo hecho “tan bien”.

Cuatro días después, sigo dándole vueltas. Y aquí está la verdad: incluso quienes lideramos, incluso quienes solemos desempeñarnos con solidez, también somos humanos. Y a veces, esa humanidad se asoma en forma de nervios, de vulnerabilidad o de inseguridad momentánea.

No es falta de preparación. No es desconocimiento. Tampoco es ausencia de resultados. Es simplemente la expresión de que el síndrome del impostor puede tocar la puerta en cualquier momento, incluso cuando más seguros creemos estar.

Creo que es importante hablar de ello, sobre todo en un contexto de liderazgo. Porque sí, tenemos el foco encima, y muchas veces sentimos que todos esperan lo mejor de nosotros siempre. Cuando no sucede así, el juicio más duro suele venir de nosotros mismos.

Mi reflexión es esta: un instante de vulnerabilidad no borra años de trabajo, ni define el profesionalismo ni el seniority de nadie. Reconocerlo no nos hace menos líderes; al contrario, nos recuerda que liderar también implica aceptar que somos humanos.

Al final, liderazgo no es la ausencia de nervios, sino la capacidad de sostener el mensaje a pesar de ellos.

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Sara Silmon

Sara Silmon