Opinión | “Peña, el Hermes de la 4T”

Por: Enrique Hernández Alcázar

El personaje más protegido por la autodenominada Cuarta Transformación no es un general, ni un hijo incómodo, ni un aliado de Morena en la bohemia legislativa. No. El ser más blindado de este sexenio tiene nombre, peinado y sonrisa registrada: Enrique Peña Nieto.

El mismo que entregó la presidencia en charola de plata a Andrés Manuel López Obrador. El mismo que pactó su salida anticipada con los operadores de la 4T. El mismo que hoy vive entre Madrid y Las Lomas sin ser molestado, sin que lo roce ni el pétalo de un citatorio judicial.

¿Dónde quedó la promesa de justicia? ¿Y la furia contra la corrupción del pasado? ¿Y las sentencias contra quienes saquearon el país? Bien, gracias.

Ni Ayotzinapa. Ni el caso Odebrecht, ni Lozoya, ni Agronitrogenados. Ni sus virreyes rapaces: Duarte, Borge, el otro Duarte. Nada ni nadie ha osado meterse contra el expresidente consentido del morenismo.

Como si fuera Hermes, el dios griego de los viajeros, los ladrones y los embusteros, Enrique Peña Nieto parece moverse entre fronteras y escándalos sin que nada lo toque. Hermes no representa la impunidad en sí misma, pero encarna algo más perverso: la astucia para esquivar las consecuencias, la habilidad para transitar entre mundos con alas en los pies, sin dejar huella ni pagar factura. Un dios del escape, como el mexiquense que entregó el país y hoy lo ve desde lejos, intacto.

Y justo cuando Morena inaugura su segunda administración federal, ahora resulta que la FGR de Alejandro Gertz Manero malabarea en sus ambigüedades de siempre: anuncia que pedirá información a Israel sobre los supuestos sobornos que, según reportes de The Marker, habría recibido Peña Nieto a cambio de permitir el uso del malware israelí Pegasus para espiar a periodistas, activistas y opositores. Ese producto digital diseñado para la guerra, usado aquí contra civiles. Contra críticos del gobierno en turno. (No importa cuándo leas esto.)

¿Será esta la ruptura del pacto de impunidad o solo otra llamarada de petate? Quizá sea una distracción conveniente mientras la DEA y la Casa Blanca acechan, el fentanilo circula de un lado a otro, las medicinas siguen sin aparecer en las farmacias y ningún pez gordo neoliberal —ninguno— ha caído durante los siete años del gobierno morenista.

No es lo mismo presumir honestidad que cumplir con la limpia prometida. 

Veremos si Peña Nieto se convierte en el quinazo de la era Sheinbaum o si seguirá recibiendo el trato de bombón que facilitó la llegada de AMLO a Palacio Nacional.

Mientras tanto, el expresidente mexiquense sonríe en Europa. Viaja, invierte, come bien y se da el lujo de observar, desde la distancia, cómo quienes prometieron hacerlo pagar hoy le otorgan favores, perdón y silencio.

Porque aquí, la justicia siempre llega tarde.
Si llega.

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Redacción

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