Opinión | La hipocresía gringa y sus fábricas de narcolavado

Por: Enrique Hernández Alcázar

Ni Tom Clancy se atrevería a escribir este guion. Con más dramatismo que una serie de espionaje militar y financiero, Estados Unidos activó sanciones, bloqueó transferencias, canceló visas y exigió cabezas. 

El escándalo del lavadero de dinero para el narco de CIBanco, Intercam y Vector Casa de Bolsa se trata, según el tío Sam, de actuar en nombre de la lucha contra las drogas. De seguir siendo el policía del mundo a la que nadie puede revisarle ni exponer sus trapos sucios. De levantar el dedo flamígero contra sus ‘enemigos’. La paja en el ojo ajeno es urgente. No la viga en el propio.

¿Y sus cárteles? ¿Y sus lavadores de cuello blanco? ¿Quién deja pasar toneladas de metanfetamina, heroína y fentanilo por la frontera más vigilada del planeta? ¿Quién lava en Wall Street los millones que genera ese veneno? ¿En bancos suizos con sucursales en Manhattan? ¿En paraísos fiscales con la bandera de las barras y las estrellas?

El problema está en el sur. Siempre. Esa narrativa estadounidense es tan vieja como conveniente. Son los narcos mexicanos. Son los bancos “corruptos” de la América Bananera. Ellos, los buenos. Nosotros, los malos. La realidad es más compleja y más sucia. El fentanilo no se vende solo. Los precursores químicos no se compran como frijoles. El dinero no se lava en máquinas Whirlpool.

La DEA lo sabe. El FBI también. Y aun así, los grandes bancos estadounidenses —sí, los mismos que financiaron guerras, crisis hipotecarias y evasiones fiscales— siguen operando sin sanciones ejemplares. ¿Dónde están las listas negras del Tesoro para los brokers de Nueva York que blanquean capitales del narco? ¿Dónde están las órdenes ejecutivas contra los contadores, abogados y empresarios que hacen posible el negocio desde adentro?

De eso, nada. Callan como momias, como diría el expresidente AMLO. No lo sancionan porque en el fondo el sistema financiero estadounidense necesita del narco tanto como el narco necesita de su sistema financiero. Es un matrimonio por conveniencia. 

Allá, la dolarización narca, la sofisticación financiera y los zombies del fentanilo deambulando y sus muertos. Aquí, la violencia interminable, las fosas clandestinas y nuestros muertos.

Y no me malinterpreten: en México también hay mucho que limpiar. La corrupción bancaria no es nueva. La impunidad tampoco. Si las acusaciones contra CIBanco, Intercam y Vector Casa de Bolsa se comprueban, deben aplicarles con todo el peso de la ley sin importar que sean altos exfuncionarios de la 4T quienes están involucrados. Los linchamientos mediáticos y las ‘intervenciones’ unilaterales podrían resultar insuficientes.  Se requieren pruebas allá y acá, debido proceso con soberanía y cooperación.

La lucha contra el narcotráfico no puede seguir siendo un espectáculo de hipocresías. O se combate en serio en ambos lados del río Bravo o seguirá cobrando vidas, enfermando futuros y dando impunidad a los lavadores que —con corbata al cuello o AK-47 al hombro— seguirán haciendo negocios.

La tirante relación bilateral mexicoestadounidense ha demostrado en la historia reciente, desde Cienfuegos hasta García Luna, que Estados Unidos tiene el control. Ellos no tienen problema en señalar culpables cuando les conviene. Ni en soltar a los verdaderos responsables cuando le estorban.

¿In Trump We Trust?

Redacción

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