El dirigente nacional del PRI, Alejandro “Alito” Moreno, protagonizó un encendido discurso durante la instalación del Congreso General en el que se recibió el Primer Informe de Gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, y desde entonces ha intensificado su estrategia política. El legislador endureció sus declaraciones contra la administración federal y contra legisladores de Morena, a quienes calificó de “narcopolíticos terroristas”. Con esta narrativa, Moreno se perfila en el terreno internacional como un perseguido político, con la intención de solicitar asilo en Estados Unidos.
El pasado arranque de sesiones en el Congreso General estuvo marcado por la confrontación. Luego de la intervención de la senadora Alejandra Barrales, de Movimiento Ciudadano, tocó el turno al PRI, que eligió a su dirigente nacional y senador Alejandro Moreno para fijar postura.
Desde el inicio, el priista lanzó acusaciones directas contra el gobierno de Morena, al que calificó de “narcodictadura comunista”. En su discurso mencionó a organismos internacionales como la ONU, la OEA y al propio gobierno de Estados Unidos, ante quienes dijo presentaría denuncias contra la actual administración.
Sus palabras generaron la inmediata respuesta de la bancada morenista, que lo interrumpió entre gritos de “porro”, “desafuero”, “Alito, entiende, el pueblo no te quiere” y “es un honor estar con Obrador”. La tensión obligó al presidente de la Mesa Directiva, Sergio Gutiérrez Luna, a realizar constantes llamados al orden.
Recrudecimiento tras el altercado con Noroña
Días antes de este episodio, Moreno había sido señalado por su participación en un altercado físico en el Senado contra el legislador Gerardo Fernández Noroña, a quien volvió a calificar de “corrupto”. Lo criticó por sus encuentros con figuras como Nicolás Maduro, a quien llamó “narcopolítico”, y con Manuel Bartlett, a quien responsabilizó de la muerte del agente de la DEA, Kiki Camarena.

Estos hechos, lejos de debilitarlo, fueron aprovechados por Moreno para ganar exposición mediática y construir una narrativa en la que se presenta como víctima de persecución política.
Estrategia internacional y denuncias
El dirigente priista ha sostenido reuniones con el embajador de Estados Unidos y ha realizado viajes a ese país para denunciar lo que califica como una persecución en su contra. De igual manera, ha recurrido a su papel como presidente de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (Copppal) para difundir acusaciones de “persecución” y “venganza política” por parte del gobierno mexicano.
Moreno también ha denunciado amenazas ante la Fiscalía General de la República y ha solicitado medidas de protección a la Secretaría de Gobernación. Estas medidas, originalmente diseñadas para periodistas y defensores de derechos humanos, son ahora parte de su estrategia para argumentar riesgo político y físico.
Paralelamente, Moreno anunció que el PRI presentará denuncias para anular la elección judicial, en un movimiento que refuerza su posición de oposición frontal. Según su narrativa, estas acciones son parte de un plan de resistencia ante un gobierno que lo persigue por motivos políticos.
En este contexto, el dirigente mantiene una campaña de comunicación en medios y redes sociales, con declaraciones de alto impacto, movilizaciones de simpatizantes y el uso de las plataformas legislativas del PRI en ambas cámaras.
La trayectoria reciente de Alejandro Moreno está marcada por una serie de denuncias penales en su contra que podrían derivar en un juicio político en la Cámara de Diputados y la pérdida de su fuero constitucional. Su liderazgo dentro del PRI ha sido cuestionado, ya que durante su gestión el partido descendió a la cuarta fuerza política nacional y perdió espacios en el Senado.
A pesar de este escenario de debilidad política y jurídica, Moreno ha encontrado en la confrontación con el oficialismo y en los escándalos mediáticos una vía para reposicionarse. Los enfrentamientos verbales y físicos en el Senado, así como las críticas de Morena, han sido utilizados por el dirigente como combustible para su narrativa de persecución.
Asilo político como salida
De acuerdo con sus acciones recientes, la estrategia de Alejandro Moreno se centra en victimizarse y proyectarse como perseguido político en el extranjero. Para ello, recurre a denuncias ante instancias internacionales, el respaldo de su posición en la Copppal, el eco de los enfrentamientos en el Senado y la confrontación con legisladores oficialistas.
El objetivo es perfilarse hacia la solicitud de asilo político en Estados Unidos, presentándose como un actor acosado por el gobierno de Claudia Sheinbaum y en riesgo dentro del sistema político mexicano.
La ruta trazada por Moreno busca capitalizar el enfrentamiento directo con Morena. Aunque sus críticos lo señalan como responsable de los incidentes más recientes, su estrategia apunta a transformar esos episodios en argumentos para fortalecer su discurso de oposición.
Mientras tanto, en el ámbito institucional, la Presidencia ha optado por enfriar los ánimos y frenar el proceso de juicio político en su contra, para evitar que el dirigente priista logre consolidar su narrativa como perseguido político desde el extranjero.