Los cuerpos de siete hombres asesinados con huellas de tortura fueron localizados en distintos puntos de esta ciudad durante la jornada del miércoles, en medio de una disputa por la venta de droga, la extorsión y el poder político entre organizaciones criminales que operan en la zona, según informaron fuentes de la región consultadas por las autoridades.
Los hechos iniciaron a las 8:30 de la mañana cuando un hombre identificado como Omar “N”, de 35 años, fue perseguido y asesinado a balazos en la calle El Naranjo de la colonia Adrián Castrejón, marcando el comienzo de una serie de violentos episodios que se extenderían a lo largo del día. Cerca de la medianoche, autoridades ministeriales corroboraron el hallazgo de los cuerpos de tres hombres en una calle de terracería de la colonia El Capire y otros tres cadáveres en la entrada hacia la localidad de Ceja Blanca, cerca de la colonia Fermín Rabadán, en las inmediaciones del periférico Sur.

Las seis víctimas encontradas en estos dos últimos puntos presentaban condiciones similares: estaban apiladas, con los ojos vendados, atadas de pies y manos y semidesnudas. Todas ellas mostraban lesiones por proyectil de arma de fuego en la cabeza, según los reportes preliminares de los servicios periciales que acudieron a los lugares de los hechos. En ambos sitios fueron colocadas cartulinas donde se acusa a las víctimas de vender y consumir la droga conocida como “cristal”, aunque las autoridades no han confirmado oficialmente el contenido exacto de estos mensajes.
Después de los hechos, en la zona fueron desplegados de manera aparatosa agentes de la Policía Estatal, Policía Ministerial, Guardia Nacional y elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional, estableciendo operativos de vigilancia y cerco perimetral en los lugares donde se localizaron los cuerpos como medida de seguridad y para facilitar las labores de investigación.
Medios locales de Guerrero informaron que el domingo anterior, a través de redes sociales, había sido reportada la desaparición de al menos seis choferes de transporte público y repartidores de tortillas en distintos puntos de la ciudad, aunque hasta la mañana de este jueves los cuerpos encontrados no habían sido identificados formalmente por las autoridades correspondientes, por lo que no se puede establecer si existe relación entre estas desapariciones y los homicidios.

Las autoridades municipales y estatales, así como las instituciones de seguridad y procuración de justicia no se han pronunciado oficialmente sobre los hechos registrados, manteniendo un notable silencio informativo respecto a las circunstancias específicas de los crímenes y los posibles responsables. Esta situación ocurre en la misma ciudad donde en el 2014 criminales y policías masacraron a tres estudiantes, tres civiles y desaparecieron de manera forzada a otros 43 normalistas de la Escuela Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, un caso que permanece en la impunidad y que marcó históricamente a la comunidad.
Los recientes hechos de violencia forman parte de un patrón de confrontación entre grupos delictivos que buscan el control territorial para actividades como la venta de drogas sintéticas, particularmente cristal, y el cobro de extorsiones a comerciantes y transportistas, según el análisis de especialistas en seguridad de la región que han documentado el incremento de este tipo de ejecuciones con mensajes intimidatorios en los últimos meses.
La falta de identificación oficial de las víctimas y la ausencia de declaraciones por parte de las instituciones responsables de la seguridad pública y la procuración de justicia en Guerrero han generado incertidumbre entre la población civil, que observa con preocupación el recrudecimiento de la violencia en una entidad que históricamente ha enfrentado desafíos significativos en materia de seguridad y combate a la delincuencia organizada.





