Por: Enrique Hernández Alcázar Cada vez que llueve torrencialmente y las aguas desbordan calles, sepultan casas o arrastran vidas, volvemos a culpar al mismo de siempre: Tláloc. Lo invocamos con furia cuando sus lluvias arrasan lo que con desdén o negligencia construimos mal. Lo responsabilizamos como si en sus manos estuvieran los permisos de uso …