Por Elia Almanza
La tranquilidad de algunas comunidades veracruzanas, con su gente siempre alegre y bulliciosa, se ha visto sorprendida y amenazada por el desbordamiento del río Cazones tras las fuertes lluvias, cuya corriente arrasó con todo lo que encontró a su paso, hasta dejar miles de hogares colapsados.
Al llegar a Álamo, con tan solo unos cuantos metros recorridos, el olor fétido, las calles pintadas de café por la tierra mojada que el intenso sol a 30 grados ya ha secado, los kilos de basura, de ropa “echada a perder” y cientos de escombros entre muebles y electrodomésticos en las avenidas principales, daban las primeras muestras del nivel de la tragedia que empeoraba conforme nos adentrábamos a las colonias más alejadas y olvidadas.
La caravana con ayuda humanitaria y algunos medios de comunicación ingresamos a marchas forzadas a la Colonia Santa Cruz, sorteando un camino resbaladizo por el lodo que ya amenazaba con atascar las llantas de las camionetas de la Cruz Roja Mexicana, que llegaron hasta ahí, una de las zonas más afectadas por las lluvias de la semana anterior, a entregar víveres y productos de limpieza.

Una vez en el punto, cuando bajamos y que ahora no solo las llantas de las camionetas, sino nuestras botas se hundieron más de 30 centímetros en el lodo, dimensionamos la gravedad de la situación. Cientos de familias de este municipio veracruzano resisten y sobreviven todavía bajo toneladas de un denso lodo que impide avanzar con la limpieza de sus hogares, retomar su vida y que, por si fuera poco, se ha convertido en un foco crítico de infección.
“Ha sido muy difícil, porque mire cómo quedamos, sin absolutamente nada, sin poder hacer nada, estamos prácticamente en un atole de lodo”, dijo la señora Celina, una de las vecinas de la colonia, cuando regresaba cargando una caja con despensa arrastrando los pies en la capa gruesa de lodo, descalza, porque las botas gruesas y altas también han escaseado, y en esa situación tener unas de esas ya parece un lujo.
“Es más difícil para mi familia porque yo vivo allá (al final de la calle) y estoy incomunicada, no me llega el agua ni hay pipas. Yo les pediría a las autoridades que vean por nosotros, en la calle Paraguay, que limpien esto por favor, ya no aguantamos más, queremos limpiar y empezar de nuevo”, afirmó.
La situación que se vive en Álamo no es ni tantito parecida a la inundación del año 1999 que también fue crítica, recordó el señor Ángel Quiroz. En aquella ocasión el agua dio tregua y solo alcanzó a cubrir el primer piso de las casas, descendió enseguida y permitió comenzar la limpieza, “pero en esta ocasión nos rebasó porque subió metro y medio más, dos niveles y no hubo forma de hacer nada”.

“El agua subió rapidísimo, el jueves 9 de octubre nos levantamos a las 3 de la mañana para poder sacar nuestros vehículos, pero ya no pudimos pasar por ningún lado, solo quedó un acceso a la colonia Pantepec, que está un poco más alta, pero no sirvió de nada, el agua subió casi cinco metros en un tiempo de media hora, solo pudimos correr a las azoteas. Esto nunca lo habíamos visto, en el 99 solo afectó a algunas familias, hoy hubo algunas colonias que prácticamente desaparecieron”, afirmó.
“Las azoteas se convirtieron en nuestro único refugio”
En Poza Rica la señora Alma de la colonia Las Granjas, recordó el miedo que sintió cuando vio que el nivel del agua comenzó a subir en tan poco tiempo. Junto con su hija de 12 años que tiene síndrome de Down y su mamá que es adulta mayor, narra cómo vivieron esos momentos: “cuando tapó por completo la planta baja pensamos que estábamos a salvo en el segundo nivel, pero eso cambió rápidamente, tuvimos que subirnos a la azotea como nuestro último refugio y ese momento pensé que, si el agua no cedía, nos íbamos a tener que subir al árbol, y ya estaba planeando cómo amarrarnos a las ramas para salvar nuestras vidas.
La niña y su abuela, desde la ventana de ese segundo nivel que es el único que han podido limpiar con la poca agua que les ha llegado gracias a la gestión de uno de los vecinos con pipas particulares, nos miran a varias reporteras recorriendo su casa enlodada, documentando y entrevistando a su mamá, fotografiando una de las escenas más impactantes: una camioneta 4×4 encima del portón, lo que evidencia la cantidad y fuerza del agua en esas horas que parecían no tener fin. Cuando cruzamos miradas, intrigadas por ver las cámaras y micrófonos, nos saludan con una sonrisa de esperanza; el poder de la resiliencia, cuando se ha perdido todo.

Muchas nos disculpamos por llegar a documentar su dolor y luego irnos, pero ellas, con resignación nos dijeron que era necesario dar a conocer lo que pasa realmente porque para muchos y muchas vecinas de Poza Rica, lo que dicen las autoridades en la televisión o la presidenta, Claudia Sheinbaum, desde la conferencia matutina, son mentiras.
La señora Guadalupe asegura que no ha habido apoyo por parte de la presidencia municipal ni de la gobernadora Rocío Nahle y que al igual que en su momento con la mandataria federal, solo han ido a tomarse la foto. “Realmente a más de una semana no ha habido avances, lo poco que tenemos ha sido porque la gente ha estado ayudando con comida, ropa, medicinas, pero son las mismas personas de las comunidades aledañas”.
Las vecinas comentan que uno de sus coches se perdió con el agua del río que se desbordó y cubrió la Ciudad, lo encontraron a unos 10 km de distancia aproximadamente, en la Central de autobuses de Poza Rica, empalmado como si fueran de juguete, entre otros coches y autobuses que de lejos parecían una maqueta en miniatura, pero que hasta la fecha siguen sin poder mover por falta de maquinaria pesada.
“Ninguna ayuda es suficiente”
Sin embargo, hay quienes a pesar del dolor ante la pérdida no reprochan a las autoridades. El señor Ángel, habitante de Álamo, quien antes contó sobre la inundación del 99, dice que no hay ayuda que alcance para atender este nivel de tragedia, y que comprende que, por mucho que puedan hacer las autoridades nunca será suficiente para el nivel de destrucción.
“Yo en ese aspecto no puedo juzgar ni decir que no están haciendo nada porque la verdad esto fue de una gran magnitud y hay que poner todo en su justa dimensión, no podemos exigir que lleguen de inmediato cuando el problema es tan grande y hay colonias más afectadas en donde se ha perdido todo, incluso vidas. Las autoridades son humanos también”. Con tristeza cuenta cómo hubo familias que perdieron seres queridos porque no tuvieron el tiempo suficiente para poder salir ante la fuerza de la naturaleza que no dio tregua.
Mira sus pies hundidos en el lodo y dice que lo que sí necesitan con urgencia y que las autoridades prioricen es el envío de maquinaria pesada para retirar toneladas de desechos, tierra y agua. “Parece no tener fin, no podemos sacar el lodo de las casas porque afuera está igual, no podemos poner las cosas que nos traen de alimentos y ropa porque todo tiene suciedad, nos traen colchones, pero ¿dónde los ponemos?, esto nos está impidiendo avanzar”.
Vivir en el lodo bajo el sol latente
El calor que cerca de las tres y media de la tarde, cuando la temperara marca los 34 grados en esta zona del estado, parece aplastar a las personas contra la densa capa de lodo que se convierte en un barro pegajoso, el olor fétido se agudiza y el cansancio se hace presente. Frente a nosotros una ambulancia atiende a dos familias quienes piden a las personas paramédicas revisen a sus hijos de cuatro, tres y un bebe de casi un año, quienes ya presentan infecciones en ojos y pies. El servicio de salud y medicinas escasea de la misma forma que los servicios básicos.
De la tragedia ni las mascotas se escapan, los perros, gatos, patos y hasta las tortugas se pasean como pueden junto con sus familias y sirven como apoyo emocional a las y los más pequeños quienes juegan con sus animales como si no pasara nada a su alrededor.
Las lluvias registradas el pasado 9 de octubre en todo el territorio nacional han sido de las más fuertes registradas en la última década. Los municipios de Poza Rica y Álamo en Veracruz, han sido de los más afectados y en donde los habitantes perdieron todo su patrimonio debido al desbordamiento del río Cazones, lo que dejó víctimas mortales. Vecinas y vecinos han denunciado que no fueron alertados a tiempo por parte de las autoridades.
En el corte más reciente, el Gobierno de México elevó a 76 la cifra de personas fallecidas debido a las lluvias extraordinarias e inundaciones en Puebla, Veracruz, Hidalgo, San Luis Potosí y Querétaro. Mientras que 39 personas continúan desaparecidas o no localizadas.
Las familias piden que no les olviden
Ese fin de semana al término de una intensa jornada, aproximadamente veinte camionetas y ambulancias de la Cruz Roja Mexicana terminaron con la entrega de ayuda humanitaria, así como con las atenciones médicas y comenzaron a preparar el regreso a la Ciudad de México. Las y los reporteros que acompañamos esa caravana hicimos lo propio, tratando de retirar sin lograrlo, el lodo de las botas y las ropas, que terminó acompañándonos hasta nuestras casas.
En pocas horas dejamos atrás la zona de desastre y cerca de media noche pudimos llegar a nuestras casas a tomar un baño caliente, algo que la población de las denominadas “zona cero” no han podido hacer en días y quizá tardarán semanas en poder hacerlo.
No hay resentimientos por ello, pero su mensaje es unánime y claro. No hay que olvidarlos. Pidieron no dejar exigir a las autoridades redoblar los esfuerzos y hacer que la maquinaria y el agua potable llegue lo más pronto posible, pues aseguraron, las comunidades afectadas y su gente, no podrá resistir mucho más viviendo bajo el lodo. El tiempo sigue corriendo y la paciencia, esperanza y sobre todo su salud, se agota.





