Más de 80 personas fallecieron y al menos 41 siguen desaparecidas tras las graves inundaciones que devastaron la cuenca del río Guadalupe, en la región central de Texas. Las autoridades de Kerr County, el área más golpeada, informaron que el repentino desbordamiento del río, causado por lluvias extremas vinculadas a la tormenta tropical Barry, arrasó zonas rurales y afectó gravemente al campamento infantil Camp Mystic. La emergencia pone de relieve una polémica por la falta de sistemas de alerta eficaces y ha generado respuestas a nivel estatal y federal.

El centro de Texas enfrenta una de las peores tragedias naturales de su historia reciente. Las lluvias torrenciales que azotaron la cuenca del río Guadalupe entre el 4 y el 6 de julio, reforzadas por los remanentes de la tormenta tropical Barry, provocaron un rápido y violento aumento del nivel del agua. En menos de una hora, la madrugada del 4 de julio, el río Guadalupe subió nueve metros, convirtiéndose en una fuerza letal.
Kerr County, al oeste de Austin, ha sido la zona más afectada. De las 82 muertes confirmadas hasta el momento, 68 ocurrieron allí, muchas de ellas en la localidad de Hunt, donde se ubicaba Camp Mystic, un campamento de verano para niñas junto al río.
El epicentro de la tragedia se concentra en Camp Mystic, donde se encontraba un grupo de menores en actividades recreativas cuando el río se desbordó sin previo aviso. Según datos oficiales, cinco niñas fallecieron ahogadas y al menos diez más, junto a una consejera, siguen desaparecidas. Entre las víctimas también se encuentra el director del campamento, Dick Eastland, quien perdió la vida mientras intentaba rescatar a los menores.
Equipos de rescate han logrado evacuar a más de 800 personas en distintas comunidades, pero la búsqueda continúa con la esperanza de encontrar con vida a los desaparecidos. Se utilizan helicópteros, drones, embarcaciones y personal especializado en labores de búsqueda, en una carrera contrarreloj ante la posibilidad de nuevas lluvias.
Polémica por falta de alertas oportunas en Kerr County
La tragedia ha generado fuertes cuestionamientos sobre la preparación institucional ante fenómenos de esta magnitud. Aunque el Servicio Meteorológico Nacional emitió un “flash flood emergency” a las 4:03 a.m. del 4 de julio, residentes y autoridades locales han señalado que no se contaba con un sistema de alerta audible que permitiera reaccionar con rapidez.
Desde 2016 se habían discutido proyectos para implementar sirenas y sistemas de alerta en Kerr County, pero no se concretaron por falta de presupuesto o voluntad política. Esto ha reavivado el debate sobre la inversión en infraestructura preventiva frente a eventos climáticos extremos, cuyo impacto parece aumentar con el paso de los años.
El presidente Donald Trump declaró zona de desastre mayor en Texas y ordenó la movilización inmediata de recursos de FEMA, la Guardia Costera y otros cuerpos de auxilio. Además, anunció una visita a la zona afectada y aseguró que se agilizará la entrega de ayuda a las familias damnificadas.
Empresas tecnológicas como Starlink han colaborado estableciendo conectividad satelital en comunidades aisladas, permitiendo que las labores de rescate se mantengan coordinadas. Sin embargo, algunos expertos señalan que los recortes previos al Servicio Meteorológico Nacional limitaron su capacidad de respuesta y afectaron la precisión de los pronósticos.

Los relatos que emergen desde Kerr County son desgarradores. El caso de dos hermanas de Dallas halladas abrazadas, arrastradas por la corriente, ha conmovido a todo el país. Sus abuelos aún permanecen desaparecidos. Historias similares se repiten en múltiples localidades a lo largo del río Guadalupe, donde muchas familias pasaban el feriado del Día de la Independencia.
En medio del dolor, la comunidad ha respondido con muestras de solidaridad. Se han organizado vigilias, cadenas de oración y campañas de ayuda a través de la Cruz Roja estadounidense y la Community Foundation of the Texas Hill Country, que reciben donaciones para los afectados.
Las condiciones climáticas siguen siendo inestables en el centro de Texas. El terreno continúa saturado, lo que significa que cualquier precipitación adicional podría desencadenar más inundaciones. Las autoridades mantienen la alerta máxima y han instado a la población a evitar las riberas del río, donde aún se realizan búsquedas.
El gobernador Greg Abbott declaró: “Estamos enfrentando una catástrofe sin precedentes. No solo debemos asistir a las víctimas, sino aprender de esta experiencia para mejorar nuestra preparación ante emergencias”.