Las alfombras rojas están llenas de vestidos espectaculares, trajes de diseñador y joyas que cuestan lo mismo que una mansión en Beverly Hills. Pero cuando Adam Sandler llega a un evento, las reglas cambian. Este año, en la 97ª edición de los Premios Oscar, el actor decidió que el dress code “Black Tie” era opcional (muy opcional) y se presentó con su uniforme de siempre: sudadera oversized, shorts deportivos y sneakers. Y, como era de esperarse, se robó el show.
Mientras estrellas como Emma Stone, Ariana Grande y Cynthia Erivo desfilaban con piezas de Louis Vuitton, Schiaparelli y Armani Privé, Sandler parecía listo para una tarde de básquet con sus amigos. Y lo mejor de todo es que no le importó en lo absoluto. Con su clásica actitud relajada y como si estuviera en casa, confirma que es el rey del “effortless cool” (aunque probablemente sin la intención de serlo).

Obviamente, internet explotó. Algunos lo criticaron por su falta de formalidad, pero la mayoría celebró su autenticidad. ¿Es una falta de respeto o una jugada maestra? Difícil de decir. Lo que sí es seguro es que Adam Sandler no sigue tendencias, él las crea. Si en unos años vemos a Timothée Chalamet o Jacob Elordi en shorts en la Met Gala, sabremos que todo empezó aquí.
Además, no olvidemos que Sandler tiene un contrato de por vida con la comodidad. Desde hace décadas, ha hecho del look “papá cool en domingo” su sello personal, y nadie lo lleva mejor que él. Y siendo sinceros, ¿quién no querría ir a los Oscar sintiéndose como en casa? En un mundo de vestidos voluminosos y trajes de tres piezas, Adam Sandler nos recuerda que la moda también puede (y debe) ser divertida.

¿Moraleja? Si te sientes increíble con lo que llevas puesto, ya ganaste. Y Adam Sandler, una vez más, ganó sin siquiera intentarlo.
Texto: Fernanda Aguilar