El director general del Fondo de Cultura Económica (FCE), Paco Ignacio Taibo II, exigió públicamente al senador y coordinador de Morena en la Cámara Alta, Adán Augusto López Hernández, que responda sobre sus presuntos vínculos con el grupo criminal “La Barredora” en el estado de Tabasco. Durante una entrevista en el programa “Largo Aliento” conducido por la periodista Sabina Berman, el escritor pidió que su partido realice una investigación formal sobre las acusaciones que involucran al legislador y al exsecretario de Seguridad tabasqueño Hernán Bermúdez, actualmente prófugo de la justicia.
“Que dé respuestas: cómo no te enteraste de que tenías como jefe de seguridad a uno de los capos del narco. Y si no te enteraste, demuestra que no te enteraste. Explícate o renuncia”, declaró Taibo II con contundencia durante la entrevista. El también novelista aclaró que nunca ha sido cercano a Adán Augusto López y que incluso, como “acto de maldad”, lo apodó “El Conde Drácula” en el pasado, pero aseguró que no emitirá juicios definitivos sin pruebas contundentes que respalden las acusaciones.

En sus declaraciones, Taibo II también cuestionó lo que denominó “impulsos de la prensa canalla” que, según dijo, buscan atacar al oficialismo con llamados a condenar sin investigaciones previas adecuadas. “Creo que somos responsables de nuestro pasado, nuestro presente y nuestros actos. Donde siembras dudas, creas la idea de que alguien te está protegiendo”, sostuvo el director del FCE, enfatizando la necesidad de transparencia y rendición de cuentas por parte de todos los funcionarios públicos.
Aunque negó específicamente que Morena esté considerando establecer una “Comisión de Investigación del Pasado” para abordar estos casos, Taibo II insistió en que cualquier denuncia de esta naturaleza debe ser investigada formal y exhaustivamente. “Pero, ¿quién soy yo para pedirlo?”, se planteó retóricamente durante la entrevista, reconociendo las limitaciones de su posición dentro de la estructura gubernamental y partidista.
El tema de la austeridad republicana emergió como otro punto central de sus críticas. Taibo II reprobó los gastos excesivos de algunos funcionarios y cuestionó la ostentación dentro del propio partido en el poder, contrastándola con los principios que supuestamente defiende la Cuarta Transformación. Afirmó que, como él, existen sectores dentro del movimiento que mantienen consistentemente un estilo de vida austero acorde con la filosofía oficial.
“Hay que fiscalizar: de dónde sale el dinero que ganan los funcionarios y los miembros de Morena. Y eso no es perseguir. Los funcionarios estamos obligados a presentar nuestras cuentas: qué tenemos, qué propiedades”, dijo el autor de “Temporada de Zopilotes”, enfatizando la importancia de la transparencia patrimonial como mecanismo de control y rendición de cuentas.
Taibo II reprobó específicamente el contraste entre los principios de austeridad que promueve la presidenta Claudia Sheinbaum y los gastos ostentosos de algunos militantes y funcionarios. Criticó con particular dureza que haya quienes destinen 8 mil pesos en desayunos individuales, acción que consideró absolutamente contraria al lema oficial de “primero los pobres” que debería guiar la conducta de todos los representantes del gobierno.
Para ejemplificar su postura y reforzar su argumento sobre la austeridad republicana, el director del FCE recordó que Benito Juárez, uno de los símbolos históricos más importantes del país, solo poseía dos trajes durante todo su mandato presidencial. “No se necesita más para ser Presidente de la República”, apuntó Taibo II, estableciendo un paralelismo entre las máximas figuras históricas de la república y los funcionarios contemporáneos que deberían, en su opinión, emular su ejemplo de modestia y servicio público.
Las declaraciones de Taibo II representan una de las críticas internas más abiertas y directas dentro del círculo cercano al gobierno hacia figuras prominentes de Morena, particularmente hacia un coordinador parlamentario en el Senado. Su posición refleja tensiones internas respecto a los estándares éticos y de transparencia que deberían aplicar por igual a todos los miembros del partido en el poder, sin importar su nivel jerárquico o influencia política.





