Norteñito Steak, los rumores son ciertos

Luego de visitar por muchos años múltiples restaurantes de carne en Monterrey, Hermosillo y Tijuana, con reconocidos nombres como el Chef Herrera o el Chef Miguel Ángel Guerrero, recibí una invitación para ir a un lugar que literalmente me queda a dos patadas de mi actual residencia, se trata del Norteñito Steak en Morena 1210, en la Narvarte Oriente.

No lo voy a negar, había pasado muchas veces por enfrente con cierto recelo sobre la veracidad de los sabores e ingredientes de este lugar, que dicho sea de paso, está en un inmueble al que le tengo mucho cariño, porque fue parte de donde crecí y me volví un adicto a las letras y a los fantasmas.

Muchos conocidos del trabajo incluso me habían recomendado el lugar y ciertamente siempre fui escéptico porque a veces me recomiendan lugares que ¡Mñe! Así que sí, me amarré bien los tenis y me decidí a ir y probar yo mismo estas supuestas mieles carnívoras de las que tanto hablaban.

Y así nos fue…

Llegué alrededor de las 7 de la noche, el restaurante con troncos de leña en la entrada, mesas dentro y afuera, una barra de cantaritos y al fondo una cocina abierta con planchas y brasas al carbón, me senté y le eché un ojo al menú… nada mal.

En las entradas hay guacamole, frijoles charros, quesos fundidos, empanadas, empalmes y unos chicharrones llamados “carnuditos”, estos últimos los pido junto con un guacamole que no puede faltar en una experiencia norteña. También me decido por un taco de tripa bien dorada y un New York término medio.

Además en el menú veo tacos de todos tipos que se leen muy bien, tuétanos, burritos monchosos y las especialidades, que es lo que mas llama mi atención. Hay un platillo que se llama “Mulita”, que consiste en una quesadilla gigante con diezmillo y queso menonita, tal vez si me quede espacio la pido, porque Diosito me bendiga a todos los menonitas y su queso. En cuanto a bebidas, hay una amplia variedad de opciones de aguas frescas, cervezas y cantaritos estilo Jalisco que son tamaño GIGANTE. Yo, como soy de weba todo el tiempo me pido un agua mineral… Perrier porque quiero verme mamón.

Llegan los carnuditos y se ven crujientes y gordos, justo en su punto sobre una cama king size de guacamole y sí, ahora tengo dos guacamoles y una tortillera repleta, la vida me sonríe, no todo es ver perder al Cruz Azul una y otra vez contra el América.

Tal vez sólo debí pedir esto, pienso, (me mamé) pienso de nuevo, pero en fin… procedo a hacer la degustación y antes de darle el primer llegue, es inevitable no pensar en los famosos chicharrones de la Ramos, en “Ciudad Carnita Asada”, aka Monterrey; Pruebo y en verdad son muy buenos, crujen por fuera y son suaves por dentro ¿cómo hacen eso? el guacamole a modo de dip se convierte en ese amigo que siempre quieres tener cerca, el clásico que cuando se termina el alcohol en la peda siempre saca de la nada una bendita reserva. Voy al segundo carnudito porque tal vez la primera impresión estuvo sesgada por mi recuerdo de los chicharrones regios, es que esos sí me gustan mucho, sólo el Ramen Ramos es horrible.

Segundo taste a los carnuditos con dip guacamolesco… va pa´dentro… cruje… luego la parte blandita… chingao! Primera prueba del Norteñito Steak…. superada. La combinación es brutal y la presentación muy hype, como unos Jordan 4 edición limitada. Estos sin duda los pediría una y otra vez… incluso a domicilio cuando vengan mis amix a casa.

Segunda prueba… el taco de tripa (o la incansable necedad de pedirlo doradito)

Una de mis formas preferidas de calcularle el nivel a una taquería es a través de su taco de tripa “bien doradito” porque así dictan los cánones Euclidianos de la tortilla. Con esa textura que no es tan grasosa pero sí lo es en realidad, es una prueba real que sólo los taqueros más bellacos y verracos se pueden permitir. Llega el taco de volada y para mi sorpresa no es de tamaño normal sino enorme… es decir, el taco de tripa es con tortillita… ¿ya sabes? tortillita de esas de taquería “Paisa” o “El Güero”, pero la generosidad siempre se agradece y más cuando se trata de carne y tortillas. De hecho no les voy a mentir, fui a ver cuando lo estaban haciendo y se me estaba haciendo agua la boca… salivaba como mastín… babeaba como dogo de Burdeos.

Literalmente la tripa salió burbujeante de la plancha, triunfante, como Alana contra Gala en la Supernova, por decisión unánime; la tortilla como dije, generosa y presumida… el cilantro y la cebolla, un par de clásicos, como el ron y el tabaco. A simple vista se ve bueno, pero ya veremos en el paladar… Prueba dos… el taco de tripa…

Le ponemos su salsa de chile de árbol, literal bajado de un árbol que tienen enfrente, su harto limón del huerto que tienen ahí mismo a un costado de las mesas y procedemos a hacer los honores (eso del árbol de chile y el huerto no es cierto, me mamé otra vez)… cruje chingón y sabe chingón, dos docenas de estos por favor y otros seis bien picadillos sin verduras para el Appa, mi perrito. Segunda prueba… superada.

Esto ya es como el Juego de la Oca “mayfrends”.

El Randy Arozarena de los New Yorks

Me mama que según yo no tenía mucha hambre y estoy tragando como un auténtico marrano ¿les ha pasado? Llega el New York término medio sobre un comal hirviente que está sobre una tabla. Pero ¿qué creen? el corte no viene sólo, no señor, viene con sus compas más duros del barrio, las cebollas cambray, los chiles toreados, dos chorizos a la parrilla y un puré de papa horneada que al parecer es el más temido de la cuadra.

El impacto del comal al centro de la mesa tiene tanta personalidad que varios voltean y miran con desdén como diciendo “chíngate un taquito”. La verdad es que sí es MUY GRANDE y vale la pena compartir con otras personas… menos con tu ex (hola, te acuerdas de mi? Me sobró un New York y quería ver si no lo querías compartir, igual nos vemos y platicamos). Ahora mismo estoy en ese punto en el que no sé por dónde empezar, todo se ve suculento y truculento, ya ni me acuerdo quienes me recomendaron el Norteñito pero está bien bueno.

Procedo a la tercera prueba de esta bendita trinidad, agarro cuchillo y tenedor y hago la faena cortando un buen trozo y así, sin nada de salsa ni limón ni esas payasadas de los mexicanos, va pa´dentro… Es suave… está en su punto de cocción y de sal, y de inmediato se nota su altísima calidad de la materia prima, como cuando el cubano-mexicano Randy Arozarena atrapó esos dos imparables contra Japón en las semifinales del World Baseball Classic ¿recuerdan su mirada demoledora? Con mucha clase y calidad, así sería este New York, el Randy Arozarena de los New Yorks.

Ahora, vamos por el segundo bocado porque recuerden que la primera siempre viene viciada… le doy el segundo llegue y en mi paladar un auténtico batazo de jonrón que narraría el mismísimo Pepe Segarra, incluso creo que sabe mejor que el primero pero creo que eso ya es parte de la sugestión norteña que en ese momento invade mi existencia. Tercera prueba… también superada. Pero como les dije, el chico del Bronx no venía solo, vino con sus compas que también procedo a degustar con el poco decoro que me queda después de comer tanto.

El chorizo está perfecto para taquear y no compartir con nadie, punto. Es preciso de “Precisolandia”, en la colonia los marihuanos le dicen “el Preciso” y se dice que nació justo en el momento preciso para morir ídem. Una oda a la gratitud y la presteza ese chorizo si me permite la expresion. Luego voy con los chilitos toreados y las cebollas que según dice la biblia, fueron creadas por la madre naturaleza para hacer felices a los hombres y mujeres sobre la mesa. Carta a los Tesalonisenses, versículo 9, párrafo 2, editado por Planeta, están divinos, complemento 10/10.

Pero con el que me doy un tiro derecho es con el puré de papa al horno, le doy un “tenedorazo” y empiezo a pensar de forma muy severa que este puré le está compitiendo directamente al New York, es que literal le canta un tiro en la cara, se les dijo que era el más duro del barrio pero ¿tanto? Está de más decir que no tuve vergüenza alguna en terminarlo y pensar… voy a escribir sobre este puré… algo así como esto que estás leyendo. Saludos Cordiales.

Con tres pruebas superadas y con mi escepticismo hecho pedazos, me termino mi Perrier y antes de pedir la cuenta, llega el mismísimo Diablo vestida de publirrelacionista y me dice: ¿no quieres pedir un postre?

No mames, ya tragaste un chingo, pienso.

Sí, ¿cuál me recomiendas?, digo.

Hay cuatro opciones, el Quedulce, que es el postre de la casa; los morralitos de Nutella hechos y diseñados para crear infieles (no pregunten) ; la Coyota, típica de Sonora que es raro encontrar en la capirucha; y la que pedimos por recomendación del Diablo, la Coyonieve, que como bien dice su nombre, son coyotas sonorenses con helado… y cajeta ¡Jesucristo hermoso!

Bonus track

Una coyota GIGANTE rellena de helado vainilla y cajeta en el topping. Uno de esos postres que van directo al alma, de esos que vale la pena recordar una y otra vez, no hay tregua, es soberbia y tiene la facultad de ponerle un punto final a la noche, espectacular el cierre, un giro de tuerca a lo Shyamalan.

Norteñito es como una casa del antojo, un templo divino para los amantes de la carne y un festival de sabores que se mezclan con un ambiente más que agradable en donde vale la pena pedir al centro y compartir con todxs, hasta con la ex, en una de esas se reconcilian, uno nunca sabe. Me retiro del lugar ensombrecido por la mentira vil de “no traigo mucha hambre”, pero feliz porque se ha comido bien y se ha comido chingón pero más, porque sobre el Norteñito Steak, los rumores son ciertos.

Escríbeme a @eltonejo y dime qué otros lugares te gustaría que visitara. Si no entendiste alguna de las referencias, lo lamento mucho.

Hasta otra.

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Antonio Flores

Antonio Flores