Taylor Swift anunció su nuevo álbum, The Life of a Showgirl, y con él llegó algo más que música: llegó un color. Un naranja brillante con glitter que se volvió viral de inmediato y que dejó claro cómo el marketing hoy puede ser tan poderoso como un hit musical. Desde edificios emblemáticos hasta marcas globales, todos se tiñeron de naranja para subirse a la ola Swift.
M&M’s, Delta, el Empire State, Spotify, Petco, Sharpie, Play doh… nadie quiso quedarse fuera. Cada marca adaptó su estética para alinearse con la narrativa de Taylor, demostrando que no se trata solo de un color, sino de contar una historia que conecte emocionalmente con millones. Pintar de naranja no fue solo un guiño visual; fue un movimiento estratégico que convirtió la tendencia en conversación global.



El fenómeno es tan grande que incluso plataformas digitales y empresas logran millones de vistas y engagement solo por sumarse al “naranja Swift”. Es un ejemplo perfecto de cómo un artista puede transformar no solo la cultura pop, sino también la economía y la publicidad, mostrando que el marketing bien ejecutado tiene el poder de mover audiencias enteras.


Al final, el “Swiftonomics” — término para describir el fenómeno económico que genera su influencia en el mundo— lo deja claro: no importa si eres una marca gigante o pequeña, conectarte con la narrativa correcta y hacerlo visualmente impactante puede cambiarlo todo. Taylor no solo marca tendencias musicales, también redefine cómo se hace marketing hoy.