*La declaración de culpabilidad de Ovidio le da a Estados Unidos la victoria en un caso de alto nivel, pero además la posibilidad de aprovechar a un testigo estrella.
Por: Arturo Angel
Desde Chicago, Illinois
Ovidio Guzmán ingresó a la sala de audiencias encadenado de los pies y con seis alguaciles rodeándolo. El nivel de seguridad era acorde al de su perfil criminal: el hijo de “El Chapo Guzman” y uno de los líderes de las organizaciones criminales más poderosas del mundo: el Cártel de Sinaloa.
Pero el semblante de Ovidio mostraba a un adversario distinto. Encorvado y cabizbajo, se acercó al estrado vistiendo un overol naranja que incluso parecía quedarle grande de lo delgado que estaba. Dijo estar deprimido. En los hechos, parecía un enemigo derrotado.
En punto de las 12:30 del día, se declaró de viva voz “culpable” de cuatro cargos de narcotráfico y crimen organizado. Detalles técnicos aparte, lo que Ovidio Guzmán reconoció es que él es uno de los líderes de una organización criminal que se encarga de fabricar, traficar, distribuir y comercializar múltiples drogas, entre ellas fentanilo, hacia los Estados Unidos.
Delitos que ameritan una prisión de por vida como la jueza Sharon Coleman le advirtió a Ovidio antes de preguntarle hasta en cinco ocasiones si estaba dispuesto a renunciar a su derecho a un juicio y a su presunción de inocencia. Con voz baja, por momentos temblorosa, el otrora poderoso “Chapito” respondió que sí, que era su voluntad aceptar los cargos y la culpabilidad que conllevan.
“Tomo medicamento para la depresión, la última dosis fue esta mañana, pero entiendo y estoy en condiciones de saber que sucede…” dijo Ovidio a la jueza ante la insistencia en los cuestionamientos sobre si estaba consciente de las repercusiones y la renuncia a sus derechos.
¿A cambio de qué Ovidio aceptó tomar este paso? De la promesa hecha en voz del fiscal especial federal, Andrew Erskine, de que solicitarán una “condena inferior” a la cadena perpetua si es que el hijo de El Chapo cumple “a satisfacción y juicio el gobierno estadounidense” con un acuerdo de cooperación entre las partes.
Dicho acuerdo, detalló Erskine, contempla colaborar con información, asistencia y testimonios en las investigaciones y proceso que la fiscalía tiene abiertas en contra de mandos y cómplices del Cartel de Sinaloa en las jurisdicciones de California, Illinois, Nueva York y el área central de combate antinarcóticos del Departamento de Justicia.
Así, la doble victoria del gobierno estadounidense consumada: por un lado obtuvo una declaración culpabilidad de una figura central en el mando del Cártel de Sinaloa; y por el otro ganó, tal vez, al mejor testigo colaborador con el que ha contado en las últimas dos décadas.
Los 80 millones y la traición consumada
Aunque la declaración de culpabilidad de Guzmán ocurrió a las 12:30 del día, fueron al menos cuatro las ocasiones las que el hijo de El Chapo tuvo que señalar que estaba de acuerdo con la lectura de los cargos de parte de los fiscales y con la descripción de su perfil criminal. Todo siempre con su abogado Jeffrey Lichtman a un costado en el estrado.
Ovidio, con su confesión, no solo dijo que era correcta la definición de cargos en su contra sino también la que se hizo en contra de su círculo más cercano. Así, Ovidio dijo que era correcto que su padre, Joaquín Guzmán Loera dirigió junto con Ismael “El mayo” Zambada un imperio criminal capaz de distribuir drogas desde el sur del continente hasta los Estados Unidos.
Ovidio también aceptó que sus hermanos Iván Archivaldo, Alfredo y Joaquín conformaban el grupo conocido como “Los Chapitos” que tras la captura de su padre asumió buena parte de las operaciones del cartel y con ello las cadenas de manufactura y distribución de drogas, entre ellas el letal fentanilo.
La traición a los suyos quedó consumada cuando Ovidio aceptó que, a través del uso de criptomonedas, transferencias electrónica, depósitos bancarios y adquisición de propiedades, su organización se ha dedicado por años a lavar los recursos que obtienen. Y de paso, que a través del secuestro y el homicidio han intimidado tanto a las autoridades como a sus rivales.
Concluida la lectura de los cargos vinieron las cláusulas de cooperación ya descritas. Y un compromiso extra: el de pagar a la brevedad 80 millones de dólares, poco más de 1 mil 500 millones de pesos, por concepto de cierta reparación del daño.



Seis meses a prueba
Tras haber aceptado su culpabilidad, Ovidio Guzmán tiene ahora seis meses para demostrar su valía como testigo colaborador. En la audiencia los fiscales dejaron en claro que están dispuestos a presentar una moción para solicitar una reducción de la pena.
“Nosotros decidiremos si la asistencia que proporcione el señor Guzmán es sustancial. Si eso es así presentaremos la moción, pero si consideramos que esta no es satisfactoria, esa moción no será presentada”, advirtió el fiscal Erskine.
La jueza Coleman le reiteró el cuestionamiento a Ovidio sobre si estaba de acuerdo y si entendía los límites y condicionantes de los términos de esta colaboración e incluso le pidió consultarlo dos veces con su abogado. Tras hacerlo Ovidio, siempre en tono taciturno, respondió que sí lo entendía.
No habrá que esperar tanto tiempo para conocer si dicha colaboración es fructífera pues la audiencia para definir la condena en contra de Guzmán se llevará a cabo dentro de seis meses, es decir, en enero próximo. Antes de esa fecha los fiscales deberán definir si interponen la moción para solicitar la reducción de la condena en contra del hijo de el Chapo Guzmán.
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